En el desafío del déficit de atención, nos enfrentamos a una constante lucha por no desenfocarnos en medio del bombardeo de distracciones. Desde las redes sociales hasta las noticias, todo compite por nuestro recurso mental más valioso: la atención.

Para contrarrestar esto, es importante evitar distracciones físicas y emocionales, como las notificaciones del móvil o los pensamientos negativos que nos desvían de nuestras metas. Además, establecer rituales para iniciar el día nos ayuda a estar presentes, definir nuestros objetivos y emociones, y prepararnos mentalmente para abordar nuestras tareas con eficacia y concentración. Estas estrategias, junto con la planificación diaria, los descansos estratégicos, y prácticas como el mindfulness y la visualización, nos ayudan a cultivar y mantener nuestro foco, aumentando así nuestra productividad y bienestar general.